San Miguel de Allende es uno de los destinos favoritos a la hora de buscar un lugar envuelto en tranquilidad y encanto. Sobre todo, porque en su territorio hay sitios que parecen estar detenidos en el tiempo, lo que le da un toque aún más auténtico.
Uno de esos lugares es Casa No Name, y su traducción podrá decir que no tiene un nombre como tal, pero su energía nos recuerda que no es necesario ponerle nombre a algo para hacernos sentir de todo.
ANTIGUA Y CON CARÁCTER
Casa No Name data del siglo XVIII y era la vivienda del obispo de esa época. Al paso de los años la mansión fue cambiando de propietario y entre ellos estuvo la artista y fotógrafa Deborah Turbeville.
Actualmente es un hotel boutique de seis habitaciones, y cuenta con el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A pesar de que es una propiedad pequeña, resguarda una intimidad fenomenal que la hace el sitio ideal para vacacionar.
LA MAGIA QUE ESCONDE
Uno de sus atributos es su belleza rústica, que se compone de jardines, fuentes y pasillos decorados con la misma naturaleza. Tiene ese toque romántico que enamora, da paz y se refleja tanto en la propiedad en sí como en sus espectaculares y amplias suites.
Mientras recorres el camino a tu habitación o vas al patio para disfrutar de un delicioso desayuno, no podrás dejar de observar lo que te rodea. Incluso cuenta con un jardín especialmente dedicado al poeta Federico García Lorca, ubicado en la terraza Olivia Bar, la cual también funge como lugar de exposiciones culturales y conciertos, y con la ventaja degustar la coctelería de la casa.
UNA MARAVILLA DE DOMINGO
Durante el domingo, Casa No Name lleva a cabo un tradicional brunch con platillos que desbordan elegancia para sorprender a huéspedes y comensales que han acudido a consentirse con esta experiencia.
Hospedarse será una enriquecedora experiencia, ya sea con amigos o pareja. ¡Anímate y anda, vete de viaje!
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