La Grande Dame de Marrakech

Hay lugares que por su singularidad se convierten en personajes. El arte marroquí presente en maderas talladas, los mashrabiyas, el yeso esculpido y zelliges, además de los paradisíacos jardines en los riads, hacen de La Mamounia “La Grande Dame” de Marrakech, Marruecos.

Construida en una antigua finca en 1923, toda ella es una musa. Colorida desde los azulejos en el piso hasta las más altas paredes. Tiene el don de la gracia y la refinería en su decoración mixta entre lo artesanal y lo moderno. La Grande Dame es perfumada por las sutiles fragancias de Le Menzeh par Pierre Hermé y Le Salon de Thé par Pierre Hermé, sus acogedoras salas de té.

ALMOHADAS DE PLUMONES

Soñar es fácil en un palacio de lujo. Para propiciar el descanso de los viajeros, La Mamounia cuenta con 209 auténticas recámaras. 135 habitaciones inundadas de luz, 71 suites donde se preserva la intimidad y tres riads (residencias tradicionales marroquíes caracterizadas por patios interiores, arcos árabes y paredes con azulejos).

EL EDÉN EN ÁFRICA DEL NORTE

El resort complementa la experiencia de los viajeros con áreas como piscinas, spa, gastronomía exquisita, cine, jardines y bares de lujo como el icónico Le Churchill, en honor al ex primer ministro de Reino Unido, Wiston Churchill, donde se ofrece una selección de champanes, vinos y licores excepcionales. El hotel recomienda acompañarlos con nata y blinis, un salmón ahumado de Islandia o la exclusiva línea de caviares de la casa Kaviari.

Si algo caracteriza a La Mamounia es el equilibrio entre la hospitalidad y el glamour, la excentricidad y la simpleza en cada espacio. Una tradición siempre acorde a su tiempo.