Reinterpretar la ciudad: Guadalajara

“Adiós mamá, te amo”, música de Selena en una estética, una pareja de la tercera edad sentada hablando de cómo vuela una bolsa, mucho sol, una cáscara de pitaya tirada en la banqueta, casas de color pastel, cortinas bailando con el viento, plantas en ventanales, niños jugando “la traes”, letreros que dicen: se rentan cuartos, demasiado sol y sin embargo…Una secreta calma desértica ¿en dónde estoy? ¿Esta es mi ciudad? 

Estoy caminando durante más de dos horas por el Centro Histórico de Guadalajara buscando una casa en renta, es fin de semana y nunca me había parecido tan diferente este lugar en donde crecí. Sumergida en la rutina de todos los días: la misma ruta, a la misma hora, con la misma música, pasando el mismo mural y tomando el mismo café. 

¿Qué debo hacer para que mi rutina se transforme en una segunda lectura? No hay gran debate para la respuesta, se trata de observar los pequeños detalles. Como cuando escuchas una canción de nuevo y pones atención a los arreglos musicales, así sucede con los lugares que transitamos en nuestra cotidianidad.

Vivir en una gran ciudad a veces se transforma en una relación amor-odio: tránsito, contaminación, personas por todas partes, inseguridad, amigos, familia, arte, cultura, gastronomía, paisajes indescriptibles, identidad y orgullo mexicano a cada paso, calidez y un clima perfectamente envidiable. 

Decido seguir a pie, y sin darme cuenta, he llegado a mi casa. Pero ¿por qué siento que vengo de mi casa? Creo que es de las primeras veces en mis casi treinta años que tengo esta sensación ¿qué cambió? 

Como si estuviera saliendo de un trance, comienzo a meditar en lo que viví en casi tres horas. Decido hacerle una promesa Guadalajara, a mi hogar. Le prometo que tomaré las calles, comenzaré a apropiarme de ella. 

Me comprometo a ser yo misma y entregar mi esencia en nuevas rutas que me permitan mirarla diferente. Acepto enamorarme de mi Perlita Tapatía, nos acepto, a pesar de los baches que hemos tenido. La comprendo, le digo que estaremos bien y vamos a sanar juntas. Percibo el eco de otro latido en mi pecho.

Sí, todo está en los pequeños detalles.