Espejearnos en nuestros padres puede ser una de las cosas más difíciles de afrontar en la adultez. Reconocernos en las manías, actitudes e incluso en la mirada de quienes nos dieron la vida, supone un reto de aceptación. Para rendirnos ante la versión que nos tocó, podríamos recordar que mamá y papá tienen una historia antes de ser “nuestros” y preguntarnos ¿qué pasado desconocemos? Eso hace Catalina Murillo en Una mujer insignificante, donde narra una de las muchas historias que vivió Agueda, su madre.
VÍVIDOS RECUERDOS
La novela autobiográfica o la biografía ficcionalizada, inicia cuando la madre recibe la carta de un viejo amigo de la familia. En ese momento la autora costarricense es joven, casi niña. Para reconstruir los hechos, y como si se tratara de un bordado, hila el recuerdo propio y el de otros miembros de la familia para narrar la historia de amor de Agueda. Cada página revive el pasado de una madre que cambia con la percepción de su hija según la etapa de la vida en cuestión, hasta el día de su muerte. La describe eufórica, ansiosa, atenta, vital, sosegada, ligera, pesada.
SENTIMIENTOS FUGACES
Esta novela es tremendamente humana. Hace que nos sintamos acompañados en la culpa de preguntarnos si lo hemos hecho de la mejor manera en esa relación que debería ser perfecta, pero que suele ser confusa y desafiante. Seas madre, hija o hijo.
Frases como “No es posible recordar el dolor sin que duela”, “el olvido es la distancia” o “no sé si la vida es un pestañeo, pero sí que de la vida es lo que queda: un pestañeo”, la hacen una novela entrañable en la cual podemos reflejarnos.

¿QUIÉN ES CATALINA MURILLO?
Es una escritora, tallerista, periodista y guionista de televisión. Reconocida internacionalmente por el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en el año 2018.
OTRAS OBRAS DEL AUTOR:
• Largo domingo cubano (1995)
• Marzo todopoderoso (2003)
• Eloísa vertical (2021)
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