Latido subterráneo: Paris

Hay muchas formas de conocer una ciudad: a lo largo, a lo ancho, por arriba, por abajo, en autobús, en bicicleta, en tren o a pie. Cada alternativa nos brinda una experiencia totalmente distinta y eso es algo simplemente mágico.

Además de ser mundialmente conocida como “La ciudad del amor”, Paris, ofrece rutas alternas para quienes buscan algo más allá de lo sugerido por las guías turísticas. Para mí, Paris sí fue amor pero un amor subterráneo.

Las estaciones de trenes parisinas están fuertemente asociadas a la evolución de la ciudad. Su construcción, en el siglo XIX, cuando se comenzaba a desarrollar el ferrocarril, transformó profundamente algunos barrios. Todas tienen un patrimonio arquitectónico único, por lo que haberme perdido en esta especie de mundo paralelo fue una experiencia tan aterradora como gratificante. 

Y para entender mejor a los mundos paralelos podríamos preguntarle a los cementerios parisinos como el de Montparnasse, el cual se encuentra abierto desde el 25 de julio de 1824 y cuenta con 35 mil tumbas entre las que destacan las del poeta maldito Charles Baudelaire, la filósofa feminista Simone de Beauvoir, el escritor argentino Julio Cortázar e incluso Porfirio Díaz.

Mi estancia en París fue tan corta que no me di cuenta que había estado casi todo el tiempo moviéndome en el subsuelo, transitando una red de historias entre túneles y los pasillos de un cementerio. Esto me hizo pensar que la vida está en todas partes. Hay vida debajo de nuestros pies, arriba de nosotros, de un lado a otro, la vida se expande con libertad por cada rincón del mundo y es maravilloso tener la certeza de que pase lo que pase, estás rodeado de energía en movimiento, de nuevos rostros y otras formas de entender y sentir al mundo. 

Ya sea en la fresca brisa que corre entre la copa de los árboles y las conversaciones secretas que sostienes con cada uno de los grandes personajes que marcaron la historia y el arte en Montparnasse o contemplando la personalidad de cada estación del tren mientras intentas grabarte algunos gestos parisinos para replicarlos en algún sitio público y sentir por cinco segundos que eres un local…Paris es amor, sí, amor a la vida.